domingo, 28 de abril de 2013

Sigue soñando




Lunes. 6:30 a.m.

¿Sería posible que eso que sonaba y resonaba en su cabeza fuese ya el despertador? Estaba en una isla, tumbada bajo el sol, su chico la cogía de la mano y, mientras, con la otra, sujetaba una novela de Vargas Llosa que leía entusiasmada. De repente, sonaba el despertador y era lunes. ¿Qué tipo de broma cruel era aquella?

Se levantó con los ojos aun cerrados, se lavó la cara, se vistió y preparó un té bien caliente para empezar el día. Sonó su teléfono, cogió el bolso y las llaves y llamó al ascensor. Un toque corto era la señal de que su compañera la esperaba en el coche.

Se abrochó la cazadora, el otoño acababa de llegar y seguramente haría fresco. Abrió la puerta del portal y… a sus pies se extendía una playa paradisiaca, a lo lejos dos tumbonas, un libro, su chico, su isla… Ni rastro de la calle, ni de su compañera, ni del lunes… 

Seguiría soñando un rato más…

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