martes, 29 de julio de 2014

Edimburgo a tope



Castillo de Edimburgo
Nos levantamos a las 8 (momento de crisis cuando encendemos los móviles y en uno pone que son las 7, en el otro las 9… tenemos que consultar en internet para saber qué hora es realmente).

Compramos el desayuno en un Texco enfrente del hotel y comenzamos nuestro camino de ascenso al CASTILLO DE EDIMBURGO, al que dedicaremos la mañana. Hace un día espléndido, el cielo está completamente azul y el sol nos sorprende con su presencia.


Foto original en el flickr de Pablo
Hacemos un poco de cola para comprar las entradas al castillo, y eso que acaban de abrir (9:30). Hay bastante gente y, conforme avanza la mañana, mucha más. El castillo es un recinto amurallado en lo alto de la montaña, con varios edificios, museos, etc. Recorremos todas las salas y tenemos la suerte de llegar a tiempo a un espectáculo de música renacentista en The Great Hall. Un inglés hace una demostración con varios instrumentos de la época, aunque la música es lo de menos. El señor es un showman y pasamos un buen rato disfrutando del espectáculo.



Terminamos la visita al castillo sobre las 12. Bajamos por la Royal Mile para visitar la catedral, ST GILES CATHEDRAL. La entrada es gratuita y se tarda muy poco en dar una vuelta. Como queremos hacer un tour guiado a las 2, aprovechamos para comernos un par de baked potatoes que compramos en un puesto cercano. Muy ricas y baratas, £4.99 con bebida incluida. 

A las 2, nos presentamos en la puerta del Starbucks, punto de encuentro para el TOUR GRATUITO DE SANDEMANS, pero los chicos nos informan de que no va a poder salir el tour porque hay muy poca gente. Nos da un poco de rabia, porque habíamos leído que estaba muy bien… Nos toca cambiar de planes, así que nos dirigimos a la cercana MARY KING’S CLOSE para ver a qué hora es la visita en español. Nos sorprenden cuando nos dicen que no hay, que la visita es en inglés pero te dan una audioguía en el idioma que quieras. Reservamos para el de las 14:30 y salimos a tomar un batido en el Nero Caffé (lo conocíamos de nuestro viaje a Londres y no podíamos irnos sin tomarnos algo allí).

A las 14:30 puntualmente comienza la visita a Mary King’s Close. Hay bastante gente, seremos unas 20 personas, y un guía vestido de época que habla muy deprisa y con acento escocés nos da la bienvenida. Es imposible escuchar la audioguía mientras él habla, así que tratamos de escucharle y alternar con la audioguía cuando vamos andando. El lugar es un poco tenebroso, aunque está bastante preparado para el turismo. Nos ha parecido muy interesante, aunque lo habríamos disfrutado mucho más si hubiese sido en español y hubiésemos entendido todas las explicaciones.
Después de esta visita, que dura una hora más o menos, bajamos hacia Grassmarket por WBOW, una calle preciosa. Nos dirigimos al CEMENTERIO DE GREYFRIARS. En la puerta, foto obligada con el Greyfriars Bobby, la estatua del perrito que estuvo durante 14 años en la tumba de su dueño, y entramos al cementerio. Es una zona ajardinada con tumbas de los siglos XVII y XVIII en un entorno precioso. Al fondo asoman los edificios de la Old Town y el campanario de The Hub. 


Cementerio de Greyfriars


De vuelta hacia el hotel, pasamos por los JARDINES DE PRINCES STREET. Con el día que hace, se han llenado de gente que toma el sol en el césped a los pies de la montaña del castillo. Descansamos un rato, nos damos una ducha y salimos a cenar. Repetimos en el Standing Order, esta vez para cenar. Pedimos 2 pintas, una hamburguesa y un filete, £13, todo muy bueno y realmente barato. 
 
Una vez cenados, subimos de nuevo al Calton Hill para hacer unas cuantas fotos anocheciendo. Pasamos allí un buen rato hasta que se hace de noche, hay bastante gente. Damos un paseo por Princes Street, de vuelta a nuestro hotel.

miércoles, 23 de julio de 2014

Llegada a Edimburgo




Salimos de casa tempranito, a las 7:30. Llegamos con tiempo suficiente al aeropuerto de Alicante, facturamos nuestra maleta sin hacer cola y nos encaminamos a la zona de embarque. Para pasar los controles de seguridad, sí que hay buenas colas, debe ser por las fechas.

Ya en la zona de embarque enseguida localizamos nuestra puerta, hay ya bastante gente esperando a que abran. Cuando quedan unos minutos, una amable señorita de Ryanair empieza por el final de la cola a pedirnos que facturemos (gratuitamente, sólo faltaba) nuestros equipajes de mano, ya que solamente caben 90 y somos el doble de pasajeros. Esta maravillosa compañía no deja de sorprenderte. Subimos al avión y puntualmente despegamos rumbo a Escocia.

Después de unas 3 horas de un vuelo tranquilo, excepto por un grupo de chonis escocesas que no han parado de gritar y reírse a carcajada limpia durante todo el trayecto (luego dicen de los españoles), aterrizamos en el aeropuerto. Enseguida salen nuestras maletas y vamos en busca del “teléfono de cortesía” que nuestra compañía de alquiler de coches nos ha indicado que busquemos. Lo encontramos y llamamos: primer enfrentamiento (y por teléfono) con un escocés-parlante… y no ha sido fácil. Nos indican que salgamos de la terminal y busquemos el “12 passport”. Nosotros lo hacemos: salimos y buscamos algún sitio donde ponga PASSPORT (comenzamos a cruzar calles donde los coches vienen por cualquier sitio), pero nada. Le preguntamos a una chica que nos indica dónde tenemos que ir: nos damos cuenta de que lo que buscamos es el “12 BUS PORT”, jejejejeje. Allí nos espera un minibús que nos acerca al parking de la compañía Arnold Clark (o Celtic Legend, que al parecer es lo mismo), con quienes hemos reservado nuestro coche.

Nos entregan un Micra nuevecito, todo correcto, excepto porque nos cobran más por el segundo conductor (nos lo devuelven después, pero sólo cuando nos quejamos y les enseñamos el mail dónde nos decían que no era así) y que nuestro pequeño coche no tiene aire acondicionado. En fin, en estos momentos, es la menor de nuestras preocupaciones. El volante está en el lado derecho y nos enfrentamos al gran reto del viaje: CONDUCIR POR LA IZQUIERDA. Salimos del parking y nos incorporamos a la circulación. Es una locura, todo al revés. Tratamos de ir detrás de los demás, pero dudas a cada paso. Nos incorporamos a la autovía, rumbo al DEEP SEA WORLD, el acuario más grande del Reino Unido. Una vez salimos de la autovía, cogemos el desvío al acuario, una pequeña carretera de dos sentidos. En una incorporación, nos ponemos automáticamente en nuestro carril derecho y no nos damos cuenta de que vamos al revés hasta que el de detrás nos pita con insistencia y vemos otro coche que viene de frente. ¡Menudo susto!


Forth Road Bridge



Por fin llegamos al acuario, hacemos el recorrido. No es cosa del otro mundo. Tiene un túnel de cristal muy largo, con tiburones, etc, pero no mucho más. Nos vamos para Edimburgo. De nuevo, la locura del coche, y esta vez, por ciudad. Nos metemos un par de veces en Princess Street, calle principal por la que sólo pueden circular autobuses y taxis. Por fin, conseguimos aparcar (en zona azul) cerca del hotel y vamos a dejar las maletas. Hemos reservado el Cityroomz: muy bien situado, al principio de Princes Street, es un edificio antiguo pero las habitaciones están reformadas y el mobiliario es modernete. No es barato, unos 100 euros la noche sin desayuno, pero en esta ciudad es lo que hay. La recepcionista nos dice que podemos dejar el coche en un parking público cercano, en Castle Terrace, y por estar alojados en el hotel nos costará £10 al día.

Una vez olvidado el coche, vamos a buscar un sitio donde tomar algo: ¡son las 6 de la tarde (hora escocesa) y todavía no hemos comido! Vamos a ROSE STREET, calle de bares y pubs con buen ambiente. Entramos en el que más nos gusta, se llama Rose&Crown, y nos pedimos 2 pintas de cerveza escocesa, unos nachos y nuestro primer fish and chips. Todo muy bueno y a un precio razonable, £19.95. Con nuestras barrigas llenas, ahora sí vamos a conocer la ciudad.





Monumento a Walter Scott

Se ha nublado y hace fresco. Recorremos Princess Street para llegar a CALTON HILL. Por el camino, nos encontramos con el MONUMENTO A WALTER SCOTT.

Ascendemos la colina, desde arriba las vistas son preciosas. Pasamos un buen rato haciendo fotos.  Bajamos y cruzamos el North Bridge, dispuestos a recorrer la famosa ROYAL MILE. Hay ambiente, aunque las tiendas ya están cerradas. Llegamos hasta los pies del castillo, al que iremos mañana, y bajamos a Grassmarket. Antes de volver al hotel, nos acercamos al STANDING ORDER, antiguo banco reconvertido en bar, del que habíamos leído que estaba muy bien. Y así es. Es un sitio enorme, con un montón de gente, sirven comida hasta las 11, algo poco habitual por aquí. Nos tomamos otras 2 cervezas escocesas (éstas nos gustan menos) y abusamos un poco de la wifi. Volvemos dando un paseo a nuestro hotel, observando el castillo iluminado. Son las 10.30 y todavía no es de noche. Empieza a llover. Hoy hemos tenido suerte.


Edimburgo desde Calton Hill

domingo, 20 de julio de 2014

La sorprendente isla de Staffa



   La isla de Staffa está situada al oeste de Escocia, una de las llamadas Islas Hébridas. Su nombre, Staffa, se lo pusieron los vikingos y quiere decir “isla de columnas”, en referencia a las columnas hexagonales de basalto que se agrupan unas al lado de las otras para formar este inimaginable islote cercano a la costa. Para entender lo acertado del nombre, lo mejor es verlo.




    Cuando te vas acercando con el barco, además de quedarte con la boca abierta (literalmente), una pregunta asalta tu cerebro: ¿cómo es posible?

   Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años existieron dos gigantes, Finn McCool, que vivía al norte de Irlanda, y Benandonner, que habitaba en Escocia. Eran enormes rivales y se gritaban y lanzaban grandes rocas a través del mar que los separaba. El gigante Finn retó al escocés a cruzar hasta sus tierras y enfrentarse cara a cara. Con grandes rocas y piedras de basalto construyó una calzada, que unió el norte de Irlanda con la costa occidental de Escocia… y Benandonner, sin pensarlo dos veces, cruzó aceptando el desafío. Benandonner era mucho más grande y fuerte que Finn, y conforme se acercaba, sus pasos hacían retumbar el suelo. ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM! El irlandés, muerto de miedo y consciente de la superioridad de su oponente, pidió ayuda a su mujer, Oonagh, y ésta le ayudó a acostarse y hacerse pasar por su bebé, un bebé enorme. 

   A la llegada de Benandonner, la esposa lo recibió y le suplicó que guardara silencio, que su bebé dormía. Cuando Benandonner observó las dimensiones de aquel retoño, no quiso ni pensar el tamaño que tendría el padre y, aterrorizado, salió corriendo de allí. Retomó el sendero de rocas, y dando pisotones aún más fuertes que antes, fue destrozando y hundiendo en el mar la calzada a su paso para que Finn nunca pudiera ir tras él. Tras este fatídico día, todo lo que quedó de aquel sendero fueron sus extremos: la costa norte del Ulster, a un lado, y la isla de Staffa, al otro.

Calzada de los Gigantes, desde Irlanda hasta la isla de Staffa en Escocia


   También está la explicación científica, que habla del origen volcánico de la zona, de cómo hace miles de años se abrió una grieta en la tierra y la lava que escupió de su interior se solidificó y formó las columnas al agrietarse….

Elegid vosotros mismos. Yo me quedo con la leyenda ;)