sábado, 4 de abril de 2015

Lisboa



   Después de 835 kms y unas 8 horas de viaje, llegamos a Lisboa sobre las 17.30h (16.30 hora local) atravesando el puente del 25 de abril. En pocos minutos y guiados por el gps, llegamos a nuestro alojamiento, Casa de Santos, y aparcamos el coche en la calle, de momento. Es domingo y la zona azul es gratuita.

   Llegamos al edificio que hace de recepción de nuestro alojamiento, en la Rua da Boavista, y en unos minutos nos atiende una chica super amable. Nos entrega las llaves, pagamos y nos acompaña a la calle, ya que el apartamento está en otro edificio, en una callejuela paralela a ésta. Por el camino, nos va contando las cosas que no nos podemos perder y nos explica dónde podemos aparcar. 

    Subimos una calle empinadísima con las maletas a rastras y, por fin, llegamos al apartamento. La escalera de subida es vertiginosa. Menos mal, que el nuestro está en el primer piso. El apartamento está genial, tiene salón, dormitorio, baño y una cocina más grande que la de nuestra casa. Dejamos los trastos, descansamos un poco y enseguida salimos a dar una vuelta.



   Llegamos a la plaza de Luis Camoes. Hay muchísima gente por todas partes. La cruzamos y continuamos por Rua do Carmo, una calle comercial atestada de gente, hasta llegar a la plaza de Cossio, el centro neurálgico de la ciudad. Damos una vuelta, hacemos algunas fotos y continuamos hacia la plaza de Restauradores


Como se acerca la hora de cenar, decidimos callejear un poco hasta encontrar la Cervejeria Trindade, de la que hemos oído hablar en el foro. Hay algo de cola pero decidimos esperar y no tardan ni 5 minutos en atendernos. Esperábamos una cervecería para tapear, pero es un restaurante en toda regla, donde el plato estrella es el marisco. Como a nosotros no nos entusiasma el marisco, pedimos 2 platos de pescado: bacalao a bras y lubina a la brasa; el primero riquísimo, el segundo poco hecho y un poco decepcionante. Con 2 buenas cervezas y una tapa de croquetas, la cuenta asciende a 38 euros.

   Volvemos hacia el apartamento callejeando de nuevo, en busca de los famosos pasteles de nata y encontramos un sitio en la plaza de Luis Camoes, Manteigaria, donde sólo sirven estos pastelillos. Además, puedes ver cómo los preparan allí mismo. No podemos esperar más para probarlos y nos pedimos 2. Están aún calientes. Espectaculares.

   Bajamos por la empinada calle del elevador de Bica, que a estas horas ya está parado y, sin querer, nos encontramos con el mirador de la Rua Catarina. Continuando esta misma calle, llegamos a nuestro apartamento y nos vamos a descansar. 


   A la mañana siguiente, nos levantamos pronto, desayunamos y salimos dando un paseo hasta la plaza de Comercio, con intención de coger allí el tranvía que nos lleve al barrio de Belem. Es una pequeña odisea, porque una vez localizada la parada, nos damos cuenta de que tenemos que comprar el bono de transporte en la estación de metro más cercana, no en el tranvía, y nos cuesta varias vueltas encontrarla. Al final, resulta estar en la misma plaza, oculta tras una especie de carpa-escenario que hay montada en un lateral de la plaza. Compramos el bono transporte de 24 horas y volvemos a la parada del tranvía 15. Enseguida llega y tras unos 15 o 20 minutos de viaje llegamos a Belem. El tranvía nos deja justo en la puerta del Monasterio de los Jerónimos, pero al llegar nos informan de que, además de ser lunes, es festivo por lo que está cerrado y no se puede visitar por dentro. Sólo podemos pasar a la iglesia silenciosamente mientras se celebra la misa. 


Monumento a los descubrimientos
   Cruzamos hasta el cercano monumento a los descubrimientos, que nos gusta sobre todo por su ubicación, a la orilla del río, con el puente del 25 de abril y el Cristo Rey de fondo. Continuamos por la orilla del río hasta la torre de Belem, muy bonita, pero también cerrada por ser lunes. Damos una vuelta por el recinto y volvemos por donde hemos venido para visitar el Jardín Botánico Tropical, un lugar tranquilo y muy bonito, con numerosas especies de plantas y árboles exóticos, que bien merece un paseo, si vas con tiempo. Lo que más nos gusta es el jardín oriental y los tremendos ficus. Además, también hay fauna, pavos reales, patos, gansos y hasta un par de gallos enormes, típicos de Portugal.

   Nada más salir del jardín, está la parada de tranvía que nos lleva de vuelta al centro. Nos sorprende que justo enfrente está la pastelería famosa por hacer los pastelillos de Belem y hay una cola enorme para comprarlos.






   De vuelta en la plaza de Comercio, subimos por la Rua Augusta, calle muy comercial y a estas horas llena de gente, para llegar a la Plaza da Figueira, donde queremos coger el tranvía 28 que nos lleve a la zona alta de la ciudad. Ante la imposibilidad de encontrar éste, nos parece buena opción coger el 12 y nos subimos sin pensarlo. Efectivamente, el viejo tranvía nos sube por unas calles estrechas y empinadísimas a la zona del castillo y nos bajamos para buscar el Chapito, bar recomendado por el foro y en el que queremos comer. Recorremos buena parte de la Costa do Castelo, desde la que se contemplan preciosas vistas de la ciudad, hasta que lo encontramos. Es un lugar peculiar, como un patio ubicado en la colina con preciosas vistas al río. Nos sientan en un rincón muy bonito. La comida está muy rica y bien de precio: tomamos unas patatas fritas (realmente son las cortezas de las patatas fritas, nunca lo habíamos visto, pero están buenas), una ensalada y una hamburguesa + unas cañas, todo por 31 euros. Lo peor: el servicio. Las camareras son un poco secas.

   Tras llenar el buche, que ya era hora, decidimos visitar el castillo, que está bastante cerca aunque hay que subir aún una buena cuesta. La visita merece la pena por las espectaculares vistas y la subida a las almenas, que te permite observar la ciudad desde todos los ángulos.

   Bajamos dando un paseo por las empinadas calles. Nos topamos con el mirador de Santa Lucía, con bonitas vistas al río y al barrio de Alfama, y la Sé, la catedral de Lisboa. Una vez abajo, vemos parado el famoso tranvía 28 y nos subimos junto a un montón de gente para dar una vuelta en él. Aunque tenemos mala suerte, porque va ya de vuelta y nos lleva por la parte menos bonita de la ciudad. Como estamos ya muy cansados y nos acercamos a la zona de nuestro apartamento, decidimos bajarnos e irnos a descansar. Mañana será otro día.
Lisboa desde la colina
Etapas del viaje:
Lisboa
Sintra
Oporto
Oporto, un día más
Conclusiones