miércoles, 24 de julio de 2013

Cataratas del Rin, Wutach y lago Titisee



Hoy tenemos un largo camino, vamos a cruzar la frontera suiza para ver las cataratas del Rin. Salimos de Gengenbach sobre las 9 y cogemos la ruta que nos indica el GPS. Por el camino, como pasamos cerca, nos desviamos a Alpirsbach, para quitarnos la espinita de no haber visto la fábrica de cerveza y la imprenta, pero al llegar nos llevamos un buen chasco, ya que la fábrica no es fábrica, sino museo, y la visita es a las 14.30 y en alemán. La imprenta sigue cerrada, por lo que un poco tristes, volvemos por donde hemos venido y retomamos nuestra ruta. 

Stein am Rhein
Nos damos una buena paliza de coche para llegar a Stein am Rhein, un pueblecito suizo situado a la orilla del lago Konstanza. Menos mal que el viaje ha merecido la pena. Cuando bajamos del coche y nos dirigimos al centro del pueblo, alucinamos con lo bonito que es. En la plaza y calle principales, los edificios son preciosos, con las fachadas pintadas y decoradas al detalle. Hay mucho ambiente, son las 12, hora de empezar a comer para esta gente, y los bares y restaurantes empiezan a llenarse. Llegamos a la orilla del lago y nos sentamos un rato a la sombra de un ciprés. La estampa es muy bonita, hay patos, pequeñas barcas de recreo navegando y mucha, mucha tranquilidad. Volviendo hacia el coche, nos encontramos un panadería donde todo tiene una pinta impresionante y no nos resistimos a comprarnos algo para el postre.

Cataratas del Rin
Cogemos la carretera que nos dirige hacia Schauffhausen que está a unos 20 kilómetros. Y más o menos un kilómetro antes de llegar, vemos el primer cartel a Rheinfall… y para allá que vamos. Dejamos el primer parking a nuestra izquierda y aparcamos en el segundo. Nos preparamos un par de bocadillos, son las 2 de la tarde y estamos hambrientos y nos zampamos la tarta de cerezas que nos hemos comprado antes, que está increíble. Con las barrigas llenas, vemos el mundo de otro color y ya dispuestos a patear lo que haga falta, sacamos los tickets para visitar las cataratas del Rin. Las fotos que habíamos visto no nos habían preparado para lo que allí hay. El amplio río forma unas impresionantes cataratas entre unas rocas. Además, el sendero te va llevando cada vez más cerca… y más cerca… y cuando crees que ya no es posible acercarse más… todavía llegas a un balcón más cerca, prácticamente estás en la catarata. No creo que veamos nada más increíble en este viaje. Nos quedamos alucinados. También hay barcos que recorren las aguas del río, incluso uno de ellos te lleva a una de las rocas que están en todo el centro. Nosotros decidimos cruzar un puente a pie e ir a la otra orilla del río. Aunque nos cuesta un pateo y hace bastante calor, sin duda merece la pena. Las vistas de la catarata de frente no hay que perdérselas. Nuestra visita ha durado un par de horas.

Ruta por el río Wutach
Dejamos Suiza y volvemos a la Selva Negra alemana. Antes de visitar el lago Titisee, decidimos hacer un poco de senderismo por la orilla del río Wutach. Hemos leído que es muy bonita y queremos comprobarlo con nuestros propios ojos. Dejamos el coche en el WutachMühle, un kiosko con un montón de gente tomando cerveza y otros refrigerios. Nos preguntamos si es que han vuelto cansados de la ruta o toda esa gente ha ido allí sólo a beber cerveza… Nos cuesta un poco encontrar el sendero (de nuevo, pocas señalizaciones), pero damos con él y empezamos a caminar. La ruta es ciertamente preciosa y muy tranquila, pero es necesario llevar buen calzado, tienes que atravesar zonas de piedras y barro y, como el ambiente es húmedo, está escurridizo. Dicen que en esta zona hay unas 600 clases de mariposas y nosotros no vemos ni una, vaya tela. Después de una hora y cuarto caminando, decidimos parar y empezar el retorno. Todavía no es muy tarde, pero allí en pleno bosque está bastante oscuro. Ya sabemos porqué lo llaman Selva Negra, la frondosidad del bosque no deja pasar la luz, lo comprobamos en nuestras propias carnes. Llegados a este punto, me empiezo a agobiar un poco, me flaquean las piernas y sólo de pensar que nos queda una hora y cuarto de vuelta… me planteo si seré capaz… pero la verdad es que vamos de charleta y la vuelta se me hace más corta que la ida. Llegamos exhaustos. Hemos descubierto porqué está ahí ese kiosko y porqué había tanta gente cuando llegamos :) Nos pedimos una Fanta de naranja y nos ponen una Mirinda.

Se nos ha hecho más tarde de lo esperado, no tenemos cena y no vamos a llegar a cenar a ningún sitio. Aquí la gente empieza a cenar a las 6 o 7 de la tarde. Así que encontramos un Lidl abierto y paramos a comprar víveres.
Por fin, llegamos al lago Titisee, son las 9 de la noche. También alucinamos bastante porque es un lago muy grande. Nos da mucha pena que sea tan tarde porque sólo podemos parar a verlo y seguir nuestro camino. Nos habría gustado dar un buen paseo por los alrededores.
Todavía nos llevamos una última sorpresa en este día tan intenso. La carretera B31 hacia Friburgo en su paso por Hollental es una auténtica maravilla. La carretera baja por la ladera de la montaña y, durante unos cuantos kilómetros, surca un valle entre montañas y bosques, una preciosidad.

domingo, 14 de julio de 2013

Estrasburgo



Después de la paliza de ayer, hoy decidimos tomarlo con más calma. Vamos a visitar Estrasburgo, que está a menos de 40 kilómetros de Gengenbach.
Dejamos el coche en uno de los parkings del centro de la ciudad y, mochila al hombro, nos aventuramos por el primer puente que encontramos. Enseguida nos encontramos con un mercado de comida y algunos puestos con antigüedades. Lo recorremos con interés, hay bastante ambiente. Paseamos por las calles peatonales de la zona y no tardamos en llegar a la catedral. La verdad es que es imponente, muy grande. Pasamos a verla por dentro, lo que más nos ha gustado es el reloj astronómico, muy chulo. En uno de los laterales, encontramos el acceso a la torre. Previo pago de la correspondiente entrada, subimos las escaleras por una de las torres hasta llegar a lo alto. Merece la pena, las vistas de la ciudad, los tejados, las casas, las plazas, son muy bonitas. También se distingue el edificio del Parlamento Europeo.

Estrasburgo desde el cielo


De vuelta en tierra firme, vamos paseando hasta la Petit France. También es muy bonita, las casas perfectamente decoradas y cuidadas. Nos gusta mucho, aunque hay muchísima gente y todo está lleno de bares y restaurantes atestados de turistas. 

Hace bastante calor y hacemos una parada en la cervecería que más nos ha gustado para tomarnos un par de cervezas y refrescarnos, cerca de la catedral. Seguimos nuestro paseo en busca de una tarta flamé, plato típico de la zona de Alsacia. Al principio creíamos que era una tarta dulce, pero enseguida descubrimos que era lo que todo el mundo estaba comiendo en los restaurantes: una especie de pizza con la masa muy fina (como un crepe), una bechamel por encima e ingredientes varios, champiñón, bacon, cebolla, etc. Nos compramos una para probarla, no es nada del otro mundo.
Nos acercamos a la zona desde donde salen los barcos que te dan un paseo por el río, pero también hay muchísima cola y hasta una hora después no hay plazas libres, por lo que decidimos emprender la vuelta a casa. 

De camino, pasamos por Durbach, pero no tiene mucho interés. Las calles están muy tranquilas y como en todos los pueblos y ciudades, todo limpísimo y cuidado al detalle, muchas flores por todas partes, etc, pero poco más. Nos volvemos a Gengenbach para descansar un poco por primera vez en todo el viaje. Es el primer día que llegamos antes de las 10 de la noche. 

A media tarde, vamos a Gengenbach para dar una vuelta y hacer fotos. Es el pueblo donde nos alojamos y uno de los más bonitos, por cierto, y todavía no hemos tenido apenas tiempo de disfrutarlo. Callejeamos, encontramos rincones perfectos, hacemos fotos y más fotos. 


Vistas desde el Castillo de Ortenberg
Como todavía no es la hora de cenar para nosotros (sí para los alemanes, que hace ya un rato que han empezado), decidimos visitar el castillo de Ortenberg. Lo vemos todos los días cuando volvemos en lo alto de una colina pero no sabemos nada de él. Hemos consultado en Google y está a tan solo 6 kilómetros de Gengenbach, por lo que nos animamos a subir… y acertamos, sin duda. El castillo está muy bien y las vistas del valle desde arriba con la Selva Negra al fondo merecen la pena. Dentro del castillo, hay un albergue juvenil y en pleno julio, está lleno de chicos y chicas. Menudo sitio para ir de campamento de verano….

Gengenbach
Volvemos a Gengenbach con la idea de zanjar dos asuntos pendientes: volver al restaurante Rialto del primer día y probar otra Schwarzwaldtorte… y cuando llegamos, nos encontramos un montón de gente en la plaza del pueblo: está a punto de empezar un concierto de la banda. Con tan buen ambiente de fondo, cenamos en el Rialto, de nuevo, y otra vez muy bien y a buen precio. Al terminar, nos vamos a una terraza cercana y probamos una tarta diferente a la del otro día, una de fresas. También muy rica. 




Vacaciones a la vista: preparativos
Llegada a la Selva Negra
Primer contacto:  Schiltach, Alpirsbach, Freudenstad, Mummelsee y Baden-Baden
Gutach, Triberg y Friburgo
Cataratas del Rin, Gutach y Lago Titisee
Estrasburgo
Todtnau, monte Feldberg y Alsacia
Heidelberg

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sábado, 13 de julio de 2013

Gutach, Triberg y Friburgo


Una vez aseados y desayunados, empezamos nuestra marcha hacia Gutach. Queremos probar nuestro primer Rodhelbahn. Justo antes de llegar al pueblo, está el museo al aire libre, que nosotros no vamos a visitar, y seguidamente el desvío al Rodhelbahn. Para ser primera hora de la mañana, hay ya bastante gente y algunos hasta bebiendo cerveza. Sacamos nuestros tickets y, cámara en mano, nos montamos en el cacharro. Nos lo pasamos como chiquillos, sube bastante alto, se ven unas vistas bonitas y el descenso es vertiginoso. Tenemos que frenar de vez en cuando porque el trineo-vagón alcanza unas velocidades que dan miedo, parece que te vas a salir en cada curva. Nos encanta la experiencia y nos proponemos volver a subir si encontramos otro.

La siguiente parada es Triberg. Hay un gran parking y zona azul. Dejamos el coche, cogemos nuestras mochilas y nos dirigimos a la entrada de las cascadas. Hay muchísima gente, quizá sea uno de los lugares más visitados de toda la Selva Negra. Hay tres rutas, la más sencilla es la que va directamente a las cascadas y es cortita, ya depende de lo que te quieras entretener haciendo fotos y contemplando el paisaje. Lo cierto es que las cascadas son preciosas, una visita muy recomendable, pero el gentío le resta un poco de gracia. Nosotros optamos por la ruta más larga, que se supone que es un paseo bordeando la montaña para llegar a lo alto de las cascadas y verlas descendiendo. Avisamos de que no está bien señalizado, hay muchísimos senderos y bifurcaciones y no sabemos por dónde seguir. De hecho, en uno de los cruces, nos salimos de la montaña, llegamos a una calle del pueblo y tenemos que volver a entrar. Está claro que esto no es España, porque si lo fuera, nadie accedería al parque por la taquilla, lo haríamos por estos otros “accesos gratuitos”. Nos damos un buen pateo por el bosque, sudamos como gorrinetes, y eso que hace fresquete, y por fin llegamos a lo alto de las cascadas. Vamos descendiendo y haciendo fotos. En total, habremos estado un par de horas y nos ha gustado mucho. En nuestra opinión, aunque está muy masificado, es una visita imprescindible.






Seguimos nuestro viaje hacia Friburgo, donde tenemos pensado comer y pasar la tarde. Vemos un cartel que indica “Rodelbahn” y nos desviamos de la ruta que nos marca el gps. No encontramos el Rodelbahn, pero nos encanta el paisaje y seguimos por esta carretera. Vamos a tardar un poco más, pero creemos que puede merecer la pena… y finalmente, descubrimos que así es. Las carretera recorre valles y montañas y atravesamos el bosque por zonas realmente frondosas. Paramos en algún momento a hacer fotos. Estamos en la carretera 500 que comentábamos antes, muy recomendable si tienes tiempo y no te importa conducir un poco más.
Dejamos a un lado el desvío al Titisee, al que vendremos mañana, y seguimos hacia Friburgo. Dejamos el coche en un parking y nos disponemos a visitar la ciudad. Nos sorprende bastante, es una ciudad con muchísimo encanto, todo el centro está adoquinado, lleno de tiendas y cafés y muchísimo ambiente. Damos un buen paseo, comemos y seguimos pateando. Visitamos la plaza del ayuntamiento y la plaza donde está la catedral, impresionante, muy muy bonita. Buscamos un café donde descansar un poco los pies y tomar algo de postre. Es difícil elegir, todos tienen una pinta estupenda. Nos decidimos por uno en la plaza de la Catedral, se llama Dulce, es muy chulo por dentro y por fuera. Nos pedimos 2 batidos y, por fin, probamos la famosa Schwarzwaldtorte. La vemos en la vitrina, tiene un palmo de alto, una pinta increíble. Está buena, aunque un poco empalagosa. No nos quedará más remedio que probar alguna otra para poder comparar ;P


Estamos cansadísimos, pero decidimos subir al Schloss, seguro que desde arriba hay unas vistas bonitas. Nos cuesta un poco encontrar el funicular, pero damos con él. Sacamos billete de ida y vuelta, nuestros pies nos lo agradecen. Esperamos al funicular en el parque que hay abajo, bonito y con mucho ambiente. Por fin, subimos, pero qué sorpresa cuando al llegar, sólo encontramos un restaurante, ni rastro del castillo. Parece que hay que subir andando para llegar a él. Estamos reventados, pero ya que estamos allí, tenemos que subir. Nos apretamos las botas e iniciamos el ascenso, pero nos vuelve a pasar como en las cascadas, hay muchos senderos y bifurcaciones y pocas señalizaciones. Finalmente, encontramos una torre metálica, modernaca, muy chula y subimos los 200 y pico escalones para contemplar Friburgo desde lo alto. La subida merece la pena, contemplamos un atardecer increíble desde ahí arriba. Si tienes vértigo, mejor ni te lo plantees. La torre se mueve un poco por el viento y da un yuyu….
Seguimos sin tener ni idea de dónde está el castillo, quizá sea un castillo invisible, pero ya no podemos más y decidimos iniciar el descenso.
Cogemos el coche y volvemos hacia nuestro alojamiento, nos quedan 75 kilómetros pero por autovía la cosa cambia. Paramos en Gengenbach y tomamos un par de cervezas antes de llegar a casa. En este caso, probamos una Radler y una Hefeweisen, que nos están….más que buenas.



Vacaciones a la vista: preparativos
Llegada a la Selva Negra
Primer contacto:  Schiltach, Alpirsbach, Freudenstad, Mummelsee y Baden-Baden
Gutach, Triberg y Friburgo
Cataratas del Rin, Gutach y Lago Titisee
Estrasburgo
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