domingo, 28 de abril de 2013

Sigue soñando




Lunes. 6:30 a.m.

¿Sería posible que eso que sonaba y resonaba en su cabeza fuese ya el despertador? Estaba en una isla, tumbada bajo el sol, su chico la cogía de la mano y, mientras, con la otra, sujetaba una novela de Vargas Llosa que leía entusiasmada. De repente, sonaba el despertador y era lunes. ¿Qué tipo de broma cruel era aquella?

Se levantó con los ojos aun cerrados, se lavó la cara, se vistió y preparó un té bien caliente para empezar el día. Sonó su teléfono, cogió el bolso y las llaves y llamó al ascensor. Un toque corto era la señal de que su compañera la esperaba en el coche.

Se abrochó la cazadora, el otoño acababa de llegar y seguramente haría fresco. Abrió la puerta del portal y… a sus pies se extendía una playa paradisiaca, a lo lejos dos tumbonas, un libro, su chico, su isla… Ni rastro de la calle, ni de su compañera, ni del lunes… 

Seguiría soñando un rato más…

martes, 23 de abril de 2013

Feliz día del libro



Cuando yo tenía seis años vi una vez una lámina magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se titulaba “Historias vividas”. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. He aquí la copia el dibujo.
El libro decía: "La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los seis meses que dura su digestión".
Reflexioné mucho entonces sobre las aventuras de la selva y, a mi vez, logré trazar con un lápiz de color mi primer dibujo.
Mi dibujo número 1 era así:



Mostré mi obra maestra a las personas grandes y les pregunté si mi dibujo les asustaba. Me contestaron: “¿Por qué habrá de asustar un sombrero?”
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas grandes pudieran comprender.
Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:



Las personas mayores me aconsejaron que dejara a un lado el dibujo de serpientes boas abiertas o cerradas y que me interesara más en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. Así fue como, a la edad de seis años, abandoné una magnífica carrera de pintor. Estaba desalentado por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2. Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es agotador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones.


El principito, Antoine de Saint-Exupéry

lunes, 8 de abril de 2013

Desesperación




Las ideas fluyen por su cabeza como si de un grifo abierto se tratase. Empieza a sentir desesperación, le gustaría tener un interruptor donde poder darle al OFF en momentos como éste.
Se quita los zapatos, se deshace de toda su ropa, piensa que poniéndose algo más cómodo podrá relajar también su mente… pero se equivoca.
Se dirige hacia la habitación de los trastos. Allí, en un altillo, tiene guardada una cuerda.  Se sube a un taburete. Está demasiado alta, la toca con la punta de los dedos, pero no alcanza a cogerla. Necesita una escalera. Está allí mismo, al lado del viejo espejo de la entrada. Se detiene un segundo delante de él, le devuelve la imagen de sí mismo… esa mirada, soberbia… no le gusta nada. Tiene que acabar con ella.