martes, 31 de julio de 2012

Recreo Hilo Edad Cuchillo Biblioteca


  Abrió el armario cuando ya era demasiado tarde para llegar a tiempo a la biblioteca. Quedaban cinco minutos para el cierre y todavía tenía que encontrar alguna camisa bonita que ponerse para su esperado encuentro. Para colmo, un largo hilo azulado colgaba de uno de los ojales. Comenzó a estirar y cuando había sacado más de medio metro, alcanzó el cuchillo que tenía sobre la mesa y lo cortó. Pensó en buscar su vieja caja de costuras y arreglarlo, pero ya no tenía edad ni vista suficiente para enhebrar la aguja. Se abrochó todos los botones, se calzó sus gastados zapatos marrones y salió decidida hacia el colegio. Ya no le quedaba más remedio que esperar hasta la hora del recreo para ver a su querida nieta, aunque fuese desde detrás de la verja del patio. 

Cinco palabras

miércoles, 25 de julio de 2012

El agujero de las cosas perdidas


Para empezar, una pregunta difícil:
-      Cuando una cosa se pierde, ¿adónde va?
Ni idea.
El agujero de las cosas perdidas



   Uno de los pequeños placeres de la vida es encontrar un recuerdo de la infancia, es como si no hubiera pasado el tiempo, te resulta tan familiar que parece que estés de nuevo en tu habitación, como entonces, y seas otra vez un niño. 
  En cuanto lo ves, se te dibuja una sonrisa en la cara, caes en la cuenta de que lo tenías olvidado. Sin embargo, en un segundo lo recuperas del fondo de tu memoria, vuelves a recordarlo perfectamente, cada palabra de ese libro tantas veces leído, cada imagen de esa película del SuperCinexin que tantas veces viste proyectada en la pared de tu cuarto. 



Tesoro encontrado


“Se llama Lumbánico. Es un planeta pequeño, casi insignificante, envuelto en la luz de miles de estrellas y rodeado de enormes planetas rojos, verdes y azules. Pero, a diferencia de sus vecinos, el minúsculo Lumbánico está habitado.
No sólo en esto se diferencia de los otros planetas. Lumbánico tiene una forma muy especial: en lugar de ser esférico, se compone de seis caras cuadradas. Visto de lejos parece un dado desgastado por los bordes.”
Lumbánico, el planeta cúbico






sábado, 21 de julio de 2012

El haiku de las palabras perdidas




haiku (俳句): poema japonés de diecisiete sílabas; destello fugaz que nos muestra la esencia de las cosas.


  Descubrí este libro por casualidad. Dando una vuelta por la sección de libros de unos grandes almacenes, me llamó la atención su portada. Y este verano, una tarde de piscina cualquiera, me decidí a empezar con él. Hacía tiempo que un libro no me enganchaba, me estremecía y me ponía la piel de gallina como éste. Es posible que no me hubiese gustado tanto si lo hubiese leído en otro momento o circunstancias. En estos tiempos en que abrir un periódico o leer las noticias en internet te aburre, te amarga, te desespera... es maravilloso leer una historia que realmente te emocione.

  El libro retrata las historias paralelas de dos personajes en momentos muy diferentes, pero con un escenario común: Japón.
  Agosto de 1945, Kazuo es un chico occidental que por circunstancias reside en Nagasaki, la bomba atómica cambiará su vida en todos los sentidos.
  Febrero de 2011, Emilian es un arquitecto suizo, colaborador en la ONU, defensor de la energía nuclear; una serie de sucesos darán un vuelco a su existencia y pondrán en duda aquello por lo que lleva trabajando durante tantos años.

  El aspecto que hace a este libro especial, por lo menos desde mi punto de vista, es sin duda Japón, un país tan diferente al nuestro que te atrae desde el momento en que empiezas a conocerlo. Este país en el que se combinan tradición y modernidad, ha llegado a ser una de las primeras potencias mundiales a nivel económico, social y cultural, superando grandes adversidades, y además con una cultura basada en valores como el respeto a los demás, espíritu de sacrificio y búsqueda del beneficio colectivo frente al individualismo. La cultura japonesa es única, no solo distinta a la occidental, sino también al resto de culturas asiáticas.

  Además, cuando comencé con la lectura de esta novela, me interesé por su autor, Andrés Pascual, desconocido para mi hasta entonces. Abogado de profesión, músico y viajero en sus ratos libres, un día decide escribir un libro y no le va nada mal, teniendo en cuenta que ya ha vendido 100.000 copias de su primer libro y "El Haiku" es ya su tercera obra. Me gustan estos autores cuya profesión en principio no es la de escritor, sino que se dedican a cualquier otra cosa, abogados, maestros, y su pasión por la lectura y la escritura les llevan a aventurarse en este mundo tan complicado. Supongo que en el fondo me da un poco de “envidieta”   (envidieta = envidia + ganeta).

  Una lectura más que recomendable para conocer un poco más la cultura e historia japonesas, aunque en algunos momentos, resulte realmente dura y estremecedora. Desde que lo leí, siento que nuestro viaje a Japón vuelve a estar cerca.
 


Sopla si quieres,
viento del otoño.
Las flores ya perdieron su color.

domingo, 15 de julio de 2012

Los guerreros de Xian

He tomado prestada la foto de la web del Canal Isabel II
  Un día de primavera allá por 1974 tres campesinos chinos se encuentran cavando un pozo, cuando de repente, bajo sus pies, a 4 metros de profundidad, alguien les mira. Aunque el miedo casi paraliza sus músculos, comienzan a desenterrar lo que parece una figura humana y corren hacia la aldea para compartir el hallazgo con sus vecinos.
  Los más ancianos cuentan que no es la primera vez que ocurre algo así, que sus padres y abuelos habían encontrado también otras figuras, cabezas, brazos, muchas de ellas habían sido utilizadas durante años como utensilios o recipientes de agua. Pero cuando desenterraban un cuerpo completo, era un mal augurio, y lo colgaban de un árbol, lo apaleaban y lo hacían pedazos antes de volverlo a enterrar en más profundo de la tierra.


  Nunca podrían haber imaginado esos campesinos que estaban descubriendo uno de los tesoros más fascinantes escondidos bajo tierra: el Ejército de Terracota.

  2300 años antes, el emperador Qin Shi Huang, a la vez que empezaba a levantar los primeros tramos de la Gran Muralla, ordenó construir este impresionante ejército para que lo acompañase al Más Allá. Hasta ahora se han descubierto unas 8.000 figuras, pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Los expertos estiman que puede haber entre 15.000 y 60.000 en total. Lo que hace todavía más increíble a estos “hombres” legendarios es que cada uno de ellos es diferente, tiene unos rasgos y características únicos, lo que hace pensar que probablemente estuvieran inspirados en personas que realmente existieron en aquella época. Además, todos ellos estaban pintados de vivos colores, pero los arqueólogos se encuentran con el problema de que, al contacto con el aire, el color se oxida y desaparece en unas horas si no se le da un tratamiento especial para conservarlo. Y no sólo había figuras humanas, cada una de ellas portaba su propia arma, arcos y flechas, espadas, corazas y lanzas, e iban acompañados de caballos y carros de bronce.
Se estima que para realizar este impresionante trabajo el emperador empleó alrededor de 725.000 personas.

  Este gran tesoro enterrado cerca de la región de Xian, en China, lleva años fascinándome. Espero no tener que esperar muchos más para poder ir a conocer en persona a estos guerreros que vencieron al tiempo.


domingo, 8 de julio de 2012

Summer in the city


  Lanzarote, tardes de piscina, buceo, sol y playa, películas, cenas con los amigos, cerveza, un poco de camping con los padres (ya hacía tiempo…), algo de trasnochar, mucho de no madrugar, ... y todo ello compartido con mi inseparable compañero…

  21 días de descanso y 5 libros después, se acaban mis vacaciones (como todos los años, cuando empiezan las de los demás) y toca volver al trabajo. Hoy me he acordado muchas veces de eso que yo siempre digo de que “trabajar en verano es menos duro, es como estar medio de vacaciones, sales a todas horas, piscina por la tarde….” Y mañana aún me acordaré más de estas palabras.

  ¡Qué dura es la vuelta a la rutina! Otra vez el despertador (si pudiera, lo quemaría cada mañana), la vuelta a casa a las 3 de la tarde, como dice Joe Cocker, walking on the sidewalk hotter than a match head… 


  Trataremos de llevar lo mejor posible este verano en la ciudad…



sábado, 7 de julio de 2012

El perfume


  Durante las vacaciones, he aprovechado para releer uno de mis libros preferidos, cayó en mis manos por primera vez hace ya muchos años: El perfume, de Patrick Süskind. 

  Es una historia impactante, las descripciones que hace el autor de los escenarios, la profunda miseria, la suciedad y los olores son muy intensas; pero sobre todo impacta el protagonista y su capacidad sobrehumana para percibir hasta los olores más imperceptibles. Para quien no lo haya leído (ni visto la película), la historia cuenta la vida de Jean Baptiste Grenouille, nacido en el suelo de un mercado, entre tripas y restos de pescado, y de cómo y porqué se convierte en un asesino. 

  “… y la combinación de estos elementos producía un perfume tan rico, tan equilibrado, tan fascinante, que todo cuanto Grenouille había olido hasta entonces en perfumes, todos los edificios odoríferos que había creado en su imaginación, se le antojaron de repente una mera insensatez. Centenares de miles de fragancias parecieron perder todo su valor ante esta fragancia determinada. Se trataba del principio supremo, del modelo según el cual debía clasificar todos los demás. Era la belleza pura.”

  En mi cabeza quedaron grabados algunos de los pasajes de esta historia, su nacimiento, cómo era capaz de saber qué había comido la vaca de la que procedía la leche que bebía, el asesinato de su primera víctima, cómo se acerca por primera vez al taller del perfumista Baldini… 

  Cuando huelo el aroma del café recién hecho a primera hora de la mañana, la fragancia del árbol del paraíso en primavera, o el familiar olor de mi casa cuando por fin abro la puerta después de un largo viaje, aun me acuerdo de este peculiar personaje, de cómo levanta la cabeza y mueve la nariz para atrapar los olores, y me sorprendo a mi misma haciendo lo mismo. Creo que todos llevamos un pequeño Grenouille dentro.