Cuando yo tenía seis años vi una vez una lámina
magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se titulaba “Historias vividas”.
Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. He aquí la copia el
dibujo.
El libro decía: "La serpiente boa se traga su
presa entera, sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los
seis meses que dura su digestión".
Reflexioné mucho entonces sobre las aventuras de la
selva y, a mi vez, logré trazar con un lápiz de color mi primer dibujo.
Mi dibujo número 1 era así:
Mostré mi obra maestra a las personas grandes y les
pregunté si mi dibujo les asustaba. Me contestaron: “¿Por qué habrá de asustar
un sombrero?”
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba
una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la
serpiente boa a fin de que las personas grandes pudieran comprender.
Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2
era así:
Las personas mayores me aconsejaron que dejara a un
lado el dibujo de serpientes boas abiertas o cerradas y que me interesara más
en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. Así fue como, a la
edad de seis años, abandoné una magnífica carrera de pintor. Estaba desalentado
por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2. Las personas grandes nunca comprenden
nada por sí solas y es agotador para los niños tener que darles siempre y
siempre explicaciones.
El
principito, Antoine de Saint-Exupéry
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