sábado, 21 de julio de 2012

El haiku de las palabras perdidas




haiku (俳句): poema japonés de diecisiete sílabas; destello fugaz que nos muestra la esencia de las cosas.


  Descubrí este libro por casualidad. Dando una vuelta por la sección de libros de unos grandes almacenes, me llamó la atención su portada. Y este verano, una tarde de piscina cualquiera, me decidí a empezar con él. Hacía tiempo que un libro no me enganchaba, me estremecía y me ponía la piel de gallina como éste. Es posible que no me hubiese gustado tanto si lo hubiese leído en otro momento o circunstancias. En estos tiempos en que abrir un periódico o leer las noticias en internet te aburre, te amarga, te desespera... es maravilloso leer una historia que realmente te emocione.

  El libro retrata las historias paralelas de dos personajes en momentos muy diferentes, pero con un escenario común: Japón.
  Agosto de 1945, Kazuo es un chico occidental que por circunstancias reside en Nagasaki, la bomba atómica cambiará su vida en todos los sentidos.
  Febrero de 2011, Emilian es un arquitecto suizo, colaborador en la ONU, defensor de la energía nuclear; una serie de sucesos darán un vuelco a su existencia y pondrán en duda aquello por lo que lleva trabajando durante tantos años.

  El aspecto que hace a este libro especial, por lo menos desde mi punto de vista, es sin duda Japón, un país tan diferente al nuestro que te atrae desde el momento en que empiezas a conocerlo. Este país en el que se combinan tradición y modernidad, ha llegado a ser una de las primeras potencias mundiales a nivel económico, social y cultural, superando grandes adversidades, y además con una cultura basada en valores como el respeto a los demás, espíritu de sacrificio y búsqueda del beneficio colectivo frente al individualismo. La cultura japonesa es única, no solo distinta a la occidental, sino también al resto de culturas asiáticas.

  Además, cuando comencé con la lectura de esta novela, me interesé por su autor, Andrés Pascual, desconocido para mi hasta entonces. Abogado de profesión, músico y viajero en sus ratos libres, un día decide escribir un libro y no le va nada mal, teniendo en cuenta que ya ha vendido 100.000 copias de su primer libro y "El Haiku" es ya su tercera obra. Me gustan estos autores cuya profesión en principio no es la de escritor, sino que se dedican a cualquier otra cosa, abogados, maestros, y su pasión por la lectura y la escritura les llevan a aventurarse en este mundo tan complicado. Supongo que en el fondo me da un poco de “envidieta”   (envidieta = envidia + ganeta).

  Una lectura más que recomendable para conocer un poco más la cultura e historia japonesas, aunque en algunos momentos, resulte realmente dura y estremecedora. Desde que lo leí, siento que nuestro viaje a Japón vuelve a estar cerca.
 


Sopla si quieres,
viento del otoño.
Las flores ya perdieron su color.

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