martes, 12 de marzo de 2013

Diario de guerra VI: la ansiada libertad



Eran las 10 de la mañana cuando entraba el tren en la estación de Madrid. Allí, junto a nuestros petates, tuvimos que sentarnos y esperar, ya que hasta las 11 de la noche, no salía el tren para Albacete. Estar en la estación fue entretenido pues había mucho movimiento de trenes, gran trajinar de gente, de empleados de la estación y contemplar la gran estación de Atocha muy diferente a las demás que habíamos visto anteriormente, aunque estaba muy deteriorada en particular el techo que estaban todos los cristales rotos a consecuencia de los bombardeos  de la aviación y la artillería.
Serían las 5 de la madrugada del día 12 de julio de 1939 cuando entrábamos en la estación de Albacete, punto y meta de nuestras esperanzas. Estuvimos allí todo el día en casa de mi tía Concha.  A las 6 de la tarde llegamos a Bormate en la Requenense y me esperaba mi madre, cosa natural, y la familia y amigos. La alegría más grande fue abrazar a mi madre, a la que tantas vences pensé no volver a ver. Mi amigo Diego siguió en el coche para su pueblo, la Recueja.
Después de estar varios días en el pueblo volví a marchar a Albacete a ver si me colocaba otra vez a trabajar en la imprenta donde estaba de aprendiz, o sea, en la imprenta de Albujer en la calle de Cristóbal Valera en el nº 11. Llegué y hablé con ellos y como hacía falta me quedé a trabajar.
Estuve en casa de mi tía más de tres meses hasta que un día encontramos casa en la Puerta de Murcia en el nº 7 con otras dos señoras que estaban empleadas en el Hospital Provincial. Ellas vivían en una habitación en el principal y nosotros abajo en otra habitación y cocina. El alquiler ascendía a 19 pesetas.
Por el año 1941 conocía a una chica que era peinadora y nos hicimos novios.

En 1943 me cambié de imprenta, o sea, a la de Enrique Ruiz en la calle Mayor 47, que era casi la más importante y moderna de Albacete.
Unos meses después nos trasladamos de vivienda a una casa de la calle San Sebastián al nº 13. Consta esta casa de una habitación amplia, un comedorcito pequeño y una cocina bastante grande y pequeño cuarto de retirar en el patio debajo de una escalera. Pagábamos 37 pesetas mensuales de alquiler. Es una casica muy arreglada para nosotros dos, o sea mi madre y yo.
En el 1944 por el mes de marzo da en quiebra la imprenta que yo estaba, o sea, Enrique Ruiz y se queda con la imprenta un señor llamado Ciriaco Panadero Serrano.
Mientras se hacen los trámites de traspaso transcurren dos semanas, en cuyo tiempo se cierra la imprenta y yo me voy a trabajar a la del “Albacete Religioso” en la calle del Marqués  de Molins en el nº 2. Transcurridas estas dos semanas paso a trabajar otra vez a la imprenta, de la calle Mayor ya con el nuevo nombre de “Gráficas Panadero”.
En diciembre de 1945 contraigo matrimonio con la chica que era peinadora y que conocí cuando vivía en el Puerta de Murcia y ella vivía en la calle Cornejo, nº 11. En la Iglesia de la Purísima Concepción el día 27 de diciembre a las 11 de la mañana se efectuó nuestro enlace matrimonial.
El 7 de abril del 1947 tenemos el primer hijo.




Diario de guerra I: Reclutamiento
Diario de guerra II: Toma de contacto
Diario de guerra III: En el fragor de la batalla

No hay comentarios:

Publicar un comentario