Eran las 10 de la mañana cuando entraba el
tren en la estación de Madrid. Allí, junto a nuestros petates, tuvimos que
sentarnos y esperar, ya que hasta las 11 de la noche, no salía el tren para
Albacete. Estar en la estación fue entretenido pues había mucho movimiento de
trenes, gran trajinar de gente, de empleados de la estación y contemplar la
gran estación de Atocha muy diferente a las demás que habíamos visto
anteriormente, aunque estaba muy deteriorada en particular el techo que estaban
todos los cristales rotos a consecuencia de los bombardeos de la aviación y la artillería.
Serían las 5 de la madrugada del día 12 de
julio de 1939 cuando entrábamos en la estación de Albacete, punto y meta de
nuestras esperanzas. Estuvimos allí todo el día en casa de mi tía Concha. A las 6 de la tarde llegamos a Bormate en la
Requenense y me esperaba mi madre, cosa natural, y la familia y amigos. La
alegría más grande fue abrazar a mi madre, a la que tantas vences pensé no
volver a ver. Mi amigo Diego siguió en el coche para su pueblo, la Recueja.
Después de estar varios días en el pueblo
volví a marchar a Albacete a ver si me colocaba otra vez a trabajar en la
imprenta donde estaba de aprendiz, o sea, en la imprenta de Albujer en la calle
de Cristóbal Valera en el nº 11. Llegué y hablé con ellos y como hacía falta me
quedé a trabajar.
Estuve en casa de mi tía más de tres meses
hasta que un día encontramos casa en la Puerta de Murcia en el nº 7 con otras
dos señoras que estaban empleadas en el Hospital Provincial. Ellas vivían en
una habitación en el principal y nosotros abajo en otra habitación y cocina. El
alquiler ascendía a 19 pesetas.
Por el año 1941 conocía a una chica que
era peinadora y nos hicimos novios.
En 1943 me cambié de imprenta, o sea, a la
de Enrique Ruiz en la calle Mayor 47, que era casi la más importante y moderna
de Albacete.
Unos meses después nos trasladamos de
vivienda a una casa de la calle San Sebastián al nº 13. Consta esta casa de una
habitación amplia, un comedorcito pequeño y una cocina bastante grande y
pequeño cuarto de retirar en el patio debajo de una escalera. Pagábamos 37
pesetas mensuales de alquiler. Es una casica muy arreglada para nosotros dos, o
sea mi madre y yo.
En el 1944 por el mes de marzo da en
quiebra la imprenta que yo estaba, o sea, Enrique Ruiz y se queda con la
imprenta un señor llamado Ciriaco Panadero Serrano.
Mientras se hacen los trámites de traspaso
transcurren dos semanas, en cuyo tiempo se cierra la imprenta y yo me voy a
trabajar a la del “Albacete Religioso” en la calle del Marqués de Molins en el nº 2. Transcurridas estas dos
semanas paso a trabajar otra vez a la imprenta, de la calle Mayor ya con el
nuevo nombre de “Gráficas Panadero”.
En diciembre de 1945 contraigo matrimonio
con la chica que era peinadora y que conocí cuando vivía en el Puerta de Murcia
y ella vivía en la calle Cornejo, nº 11. En la Iglesia de la Purísima Concepción
el día 27 de diciembre a las 11 de la mañana se efectuó nuestro enlace
matrimonial.
El 7 de abril del 1947 tenemos el primer
hijo.
Diario de guerra I: Reclutamiento
Diario de guerra III: En el fragor de la batalla
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