domingo, 8 de febrero de 2015

La chica de bronce



El cielo amenazaba con descargar una tromba de agua y el vendaval se empeñaba en enredar su larga melena. Ella, desnuda y húmeda, sólo podía pensar en escapar. Se sentía tan sola, a pesar de estar acompañada de decenas como ella. Se sabía atrapada en un cuerpo de bronce, alzada sobre un pedestal. El parque, lleno de vida, se había convertido en su prisión. Miró hacia atrás dando un paso hacia delante y, en ese instante, tomó una decisión: nunca dejaría de intentarlo.  


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