Salimos del aeropuerto de Alicante rumbo a
Karlsruhe-Baden Baden. Siempre que sales de viaje, te surgen anécdotas y la
primera de éste nos ocurrió nada más subir al avión. La murciana más choni del
pasaje se nos sienta al lado, una pseudo-AmyWinehouse, que lleva por lo menos
10 prendas de ropa puestas, una encima de la otra, y no se calla en todo el
viaje. La primera en la frente…
Llegamos justo a la hora prevista, la
maleta sale rápido por la cinta transportadora y salimos de la terminal. Es un
aeropuerto muy pequeño y nos encontramos de frente con el mostrador de Hertz,
compañía con la que hemos contratado el alquiler del coche. Nos dan un Corsa
reluciente, tiene 5000 kms y emprendemos marcha hacia Gengenbach, donde hemos
reservado el alojamiento para toda la semana. Aunque la carretera está en obras
y según la señalización no acabarán hasta 2014, en menos de una hora, llegamos
a Cornelia Roser. Es una bodega, los propietarios tienen varios edificios
juntos y alquilan habitaciones y apartamentos. Por internet, tenían una pinta
estupenda. Y no nos ha decepcionado. El apartamento está impecable, todo
limpísimo y perfectamente colocado. Nos recibe la dueña, Cornelia, pero no
habla ni papa de inglés y, aunque nosotros tampoco hablamos alemán, nos
entendemos con ella como podemos. Dejamos las maletas y nos vamos dando un
paseo al pueblo. No tardamos ni diez minutos y además recorremos un bonito
parque perfectamente cuidado, incluso hay animales, cabras, conejos, patos, ...
es como un minizoo público, muy curioso.
Nos adentramos en Gengenbach, está
anocheciendo y tenemos hambre. Llevamos 2 sandwiches en la mochila que hemos
traído por si acaso. Hemos leído que los horarios aquí son muy diferentes a los
españoles y que a ciertas horas no encuentras ningún sitio para cenar. Nos
quedamos con la boca abierta cuando llegamos al centro del pueblo, es precioso,
parece sacado de un cuento. Casas de madera con fachadas muy cuidadas, calles
adoquinadas, pequeños canales por donde discurre el agua, ... una maravilla.
Habíamos leído que era un pueblo bonito, pero aún así nos sorprende. Damos una
vuelta por la plaza principal y encontramos una pizzería que nos invita a
sentarnos. Se llama Rialto, tiene unas cuantas mesas en la calle, en un rincón
ideal y hay bastante gente, por lo que preguntamos si todavía se puede cenar y
nos sentamos en la única mesa libre que queda. Nos tomamos nuestras 2 primeras
cervezas alemanas de verdad, riquísimas las dos. La cena (una ensalada, una
pizza y las 2 cervezas) nos salen por 24 euros, más barato que en nuestra
ciudad, por lo que nos proponemos venir todos los días, jajajajaja. Echamos un
vistazo por las calles de alrededor y volvemos a nuestra bodega, bajando un
poco la cena durante el paseo.
Vacaciones a la vista: preparativos
Llegada a la Selva Negra
Primer contacto: Schiltach, Alpirsbach, Freudenstad, Mummelsee y Baden-Baden
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