Una vez aseados y
desayunados, empezamos nuestra marcha hacia Gutach. Queremos probar nuestro
primer Rodhelbahn. Justo antes de llegar al pueblo, está el museo al aire
libre, que nosotros no vamos a visitar, y seguidamente el desvío al Rodhelbahn.
Para ser primera hora de la mañana, hay ya bastante gente y algunos hasta
bebiendo cerveza. Sacamos nuestros tickets y, cámara en mano, nos montamos en
el cacharro. Nos lo pasamos como chiquillos, sube bastante alto, se ven unas
vistas bonitas y el descenso es vertiginoso. Tenemos que frenar de vez en
cuando porque el trineo-vagón alcanza unas velocidades que dan miedo, parece
que te vas a salir en cada curva. Nos encanta la experiencia y nos proponemos
volver a subir si encontramos otro.
La siguiente parada es
Triberg. Hay un gran parking y zona azul. Dejamos el coche, cogemos nuestras
mochilas y nos dirigimos a la entrada de las cascadas. Hay muchísima gente,
quizá sea uno de los lugares más visitados de toda la Selva Negra. Hay tres
rutas, la más sencilla es la que va directamente a las cascadas y es cortita,
ya depende de lo que te quieras entretener haciendo fotos y contemplando el
paisaje. Lo cierto es que las cascadas son preciosas, una visita muy
recomendable, pero el gentío le resta un poco de gracia. Nosotros optamos por
la ruta más larga, que se supone que es un paseo bordeando la montaña para
llegar a lo alto de las cascadas y verlas descendiendo. Avisamos de que no está
bien señalizado, hay muchísimos senderos y bifurcaciones y no sabemos por dónde
seguir. De hecho, en uno de los cruces, nos salimos de la montaña, llegamos a
una calle del pueblo y tenemos que volver a entrar. Está claro que esto no es
España, porque si lo fuera, nadie accedería al parque por la taquilla, lo
haríamos por estos otros “accesos gratuitos”. Nos damos un buen pateo por el
bosque, sudamos como gorrinetes, y eso que hace fresquete, y por fin llegamos a
lo alto de las cascadas. Vamos descendiendo y haciendo fotos. En total,
habremos estado un par de horas y nos ha gustado mucho. En nuestra opinión,
aunque está muy masificado, es una visita imprescindible.
Seguimos nuestro viaje
hacia Friburgo, donde tenemos pensado comer y pasar la tarde. Vemos un cartel
que indica “Rodelbahn” y nos desviamos de la ruta que nos marca el gps. No
encontramos el Rodelbahn, pero nos encanta el paisaje y seguimos por esta
carretera. Vamos a tardar un poco más, pero creemos que puede merecer la pena…
y finalmente, descubrimos que así es. Las carretera recorre valles y montañas y
atravesamos el bosque por zonas realmente frondosas. Paramos en algún momento a
hacer fotos. Estamos en la carretera 500 que comentábamos antes, muy
recomendable si tienes tiempo y no te importa conducir un poco más.
Dejamos a un lado el
desvío al Titisee, al que vendremos mañana, y seguimos hacia Friburgo. Dejamos
el coche en un parking y nos disponemos a visitar la ciudad. Nos sorprende
bastante, es una ciudad con muchísimo encanto, todo el centro está adoquinado,
lleno de tiendas y cafés y muchísimo ambiente. Damos un buen paseo, comemos y
seguimos pateando. Visitamos la plaza del ayuntamiento y la plaza donde está la
catedral, impresionante, muy muy bonita. Buscamos un café donde descansar un
poco los pies y tomar algo de postre. Es difícil elegir, todos tienen una pinta
estupenda. Nos decidimos por uno en la plaza de la Catedral, se llama Dulce, es
muy chulo por dentro y por fuera. Nos pedimos 2 batidos y, por fin, probamos la
famosa Schwarzwaldtorte. La vemos en la vitrina, tiene un palmo de alto, una
pinta increíble. Está buena, aunque un poco empalagosa. No nos quedará más
remedio que probar alguna otra para poder comparar ;P
Estamos cansadísimos, pero
decidimos subir al Schloss, seguro que desde arriba hay unas vistas bonitas.
Nos cuesta un poco encontrar el funicular, pero damos con él. Sacamos billete
de ida y vuelta, nuestros pies nos lo agradecen. Esperamos al funicular en el
parque que hay abajo, bonito y con mucho ambiente. Por fin, subimos, pero qué
sorpresa cuando al llegar, sólo encontramos un restaurante, ni rastro del castillo.
Parece que hay que subir andando para llegar a él. Estamos reventados, pero ya
que estamos allí, tenemos que subir. Nos apretamos las botas e iniciamos el
ascenso, pero nos vuelve a pasar como en las cascadas, hay muchos senderos y
bifurcaciones y pocas señalizaciones. Finalmente, encontramos una torre
metálica, modernaca, muy chula y subimos los 200 y pico escalones para
contemplar Friburgo desde lo alto. La subida merece la pena, contemplamos un
atardecer increíble desde ahí arriba. Si tienes vértigo, mejor ni te lo
plantees. La torre se mueve un poco por el viento y da un yuyu….
Seguimos sin tener ni idea
de dónde está el castillo, quizá sea un castillo invisible, pero ya no podemos
más y decidimos iniciar el descenso.
Cogemos el coche y volvemos
hacia nuestro alojamiento, nos quedan 75 kilómetros pero por autovía la cosa
cambia. Paramos en Gengenbach y tomamos un par de cervezas antes de llegar a
casa. En este caso, probamos una Radler y una Hefeweisen, que nos están….más
que buenas.
Vacaciones a la vista: preparativos
Llegada a la Selva Negra
Primer contacto: Schiltach, Alpirsbach, Freudenstad, Mummelsee y Baden-Baden
Gutach, Triberg y Friburgo
Cataratas del Rin, Gutach y Lago Titisee
Estrasburgo
Todtnau, monte Feldberg y Alsacia
Heidelberg
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Vacaciones a la vista: preparativos
Llegada a la Selva Negra
Primer contacto: Schiltach, Alpirsbach, Freudenstad, Mummelsee y Baden-Baden
Gutach, Triberg y Friburgo
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