Después de la paliza de ayer, hoy decidimos tomarlo con más calma. Vamos a visitar Estrasburgo, que
está a menos de 40 kilómetros de Gengenbach.
Dejamos el coche en uno de
los parkings del centro de la ciudad y, mochila al hombro, nos aventuramos por
el primer puente que encontramos. Enseguida nos encontramos con un mercado de
comida y algunos puestos con antigüedades. Lo recorremos con interés, hay
bastante ambiente. Paseamos por las calles peatonales de la zona y no tardamos
en llegar a la catedral. La verdad es que es imponente, muy grande. Pasamos a verla
por dentro, lo que más nos ha gustado es el reloj astronómico, muy chulo. En
uno de los laterales, encontramos el acceso a la torre. Previo pago de la
correspondiente entrada, subimos las escaleras por una de las torres hasta
llegar a lo alto. Merece la pena, las vistas de la ciudad, los tejados, las
casas, las plazas, son muy bonitas. También se distingue el edificio del
Parlamento Europeo.
Estrasburgo desde el cielo |
De vuelta en tierra firme,
vamos paseando hasta la Petit France. También es muy bonita, las casas
perfectamente decoradas y cuidadas. Nos gusta mucho, aunque hay muchísima gente
y todo está lleno de bares y restaurantes atestados de turistas.
Hace bastante calor y
hacemos una parada en la cervecería que más nos ha gustado para tomarnos un par
de cervezas y refrescarnos, cerca de la catedral. Seguimos nuestro paseo en
busca de una tarta flamé, plato típico de la zona de Alsacia. Al principio
creíamos que era una tarta dulce, pero enseguida descubrimos que era lo que
todo el mundo estaba comiendo en los restaurantes: una especie de pizza con la
masa muy fina (como un crepe), una bechamel por encima e ingredientes varios,
champiñón, bacon, cebolla, etc. Nos compramos una para probarla, no es nada del
otro mundo.
Nos acercamos a la zona
desde donde salen los barcos que te dan un paseo por el río, pero también hay
muchísima cola y hasta una hora después no hay plazas libres, por lo que
decidimos emprender la vuelta a casa.
De camino, pasamos por
Durbach, pero no tiene mucho interés. Las calles están muy tranquilas y como en
todos los pueblos y ciudades, todo limpísimo y cuidado al detalle, muchas
flores por todas partes, etc, pero poco más. Nos volvemos a Gengenbach para
descansar un poco por primera vez en todo el viaje. Es el primer día que
llegamos antes de las 10 de la noche.
A media tarde, vamos a
Gengenbach para dar una vuelta y hacer fotos. Es el pueblo donde nos alojamos y
uno de los más bonitos, por cierto, y todavía no hemos tenido apenas tiempo de
disfrutarlo. Callejeamos, encontramos rincones perfectos, hacemos fotos y más
fotos.
Como todavía no es la hora de cenar para nosotros (sí para los alemanes,
que hace ya un rato que han empezado), decidimos visitar el castillo de
Ortenberg. Lo vemos todos los días cuando volvemos en lo alto de una colina
pero no sabemos nada de él. Hemos consultado en Google y está a tan solo 6
kilómetros de Gengenbach, por lo que nos animamos a subir… y acertamos, sin
duda. El castillo está muy bien y las vistas del valle desde arriba con la
Selva Negra al fondo merecen la pena. Dentro del castillo, hay un albergue
juvenil y en pleno julio, está lleno de chicos y chicas. Menudo sitio para ir
de campamento de verano….
Vistas desde el Castillo de Ortenberg |
Gengenbach |
Vacaciones a la vista: preparativos
Llegada a la Selva Negra
Primer contacto: Schiltach, Alpirsbach, Freudenstad, Mummelsee y Baden-Baden
Gutach, Triberg y Friburgo
Cataratas del Rin, Gutach y Lago Titisee
Estrasburgo
Todtnau, monte Feldberg y Alsacia
Heidelberg
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