Hoy tenemos todo el día para recorrer Oporto y nos
levantamos un poco más tarde que otros días. Desayunamos tranquilamente y
salimos a la calle sobre las 9.30. Hay una especie de niebla o bruma y hace
bastante frío a estas horas.
Nos dirigimos hacia los jardines del Palacio de Cristal.
Importante no perderse por el camino la librería Lello, en la Rua das
Carmelitas. La fachada no es especialmente llamativa y nosotros nos la pasamos.
Tuvimos que volver hacia atrás para buscarla, pero es impresionante por dentro.
Además, está llena de carteles de “prohibido hacer fotos”, pero están
permitidas de lunes a viernes de 9 a 10 de la mañana, por lo que es interesante
verla a esta hora. Tiene una escalera central preciosa y estanterías antiguas
llenas de libros igual de antiguos.
Tras 15 minutos de paseo, llegamos al Palacio de
Cristal y damos una vuelta por los jardines. Es un parque urbano, con abundante
vegetación y un lago con patos, palomas, garzas, gaviotas y algo que nos
sorprendió mucho por todo Portugal: pavos reales. Tienen un montón sueltos en
todos los parques y jardines. Las vistas del río y los puentes desde el parque
son bonitas.
Jardines del Palacio de Cristal |
Salimos del parque y bajamos hacia la ribera del
río. Callejeamos un poco perdidos hasta que llegamos abajo y, por fin,
encontramos una parada de tranvía. Tras unos minutos de espera, llega pero
cuando intentamos subir el maquinista nos informa de que no sirve la tarjeta de
transporte que llevamos. Nos bajamos decepcionados, pero en ese momento llega
el autobús 500, un bus de dos plantas que hace el mismo recorrido que el
tranvía por la ribera del río, y sin dudar subimos corriendo. Nos instalamos en
la segunda planta y, calentitos, disfrutamos del viaje hasta la zona de playas.
La señal para bajarse es cuando veas las olas enormes romper contra los
espigones cercanos a la playa. Nos sentamos un rato a ver el espectáculo. Hay
un faro y la postal es preciosa.
Cogemos de nuevo el mismo autobús para volver. Ahora
subimos desde la estación de Sao Bento hacia el Puente de D. Luis I. Preciosas
las vistas desde el puente, a ambos lados, pero una de las mejores fotos se
toma desde lo alto del funicular dos Guindais.
A continuación, queremos bajar a una bodega y es
cuando nos damos cuenta de que tampoco sirve nuestra tarjeta para el funicular,
por lo que resignados bajamos andando. Nos enteramos que la mayoría de las bodegas cierran de octubre a marzo, por lo que volvemos cruzando de nuevo el puente,
esta vez por abajo. Aunque no hacemos la visita de la bodega, la zona es bonita
y merece la pena dar una vuelta por allí.
Después de comer, vamos a tomar el café a Majestic. El local
es muy chulo y hay de cada personaje allí que alucinas, pero los precios son
escandalosos: café, chocolate y una torrija 10 euros. En todo Portugal, hay
muchísimas pastelerías y cafeterías con dulces riquísimos, no creo
imprescindible ir a éste, pero bueno… un día es un día.
Volvemos al apartamento a descansar un poco los pies
y a coger los trastos para hacer una sesión nocturna de fotos. Cogemos el metro
que nos llevará de Sao Bento al otro lado del puente, en Jardín do Morro, y así
evitar la subida.
Pasamos un buen rato haciendo fotos: Puente de D. Luis I, catedral, estación de Sao Bento y avenida de los Aliados. Después de 10 horas pateando, llegamos al apartamento con los pies para amputar, pero ha merecido la pena.
Pasamos un buen rato haciendo fotos: Puente de D. Luis I, catedral, estación de Sao Bento y avenida de los Aliados. Después de 10 horas pateando, llegamos al apartamento con los pies para amputar, pero ha merecido la pena.
Etapas del viaje:
Lisboa
Sintra
Oporto
Oporto, un día más
Conclusiones
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