El pasado fin de semana hicimos una escapada a la sierra de Cazorla, precioso lugar donde perderse unos días y al alcance de cualquiera. A mi me parece un paraje encantador y me trae bonitos recuerdos de la infancia, porque mis padres nos llevaban muchas veces allí a pasar los fines de semana y disfrutar de la naturaleza.
Una de las excursiones de las que más había oído
hablar era la ruta por el río Borosa que, ascendiendo por la montaña, llega
hasta la laguna de Valdeazores. En aquella época, nunca llegamos a hacerla…
supongo que mis padres pensaron que éramos muy pequeños para hacer tantos
kilómetros… y no se equivocaban.
El domingo amaneció un buen día, ligeramente nublado
y sin intención de hacer demasiado calor, así que nos aventuramos a hacerla. Con
las barrigas llenas y los pies descansados, iniciamos con ánimo nuestra
excursión. Para llegar al punto de partida, hay que llegar al Centro de
Interpretación Torre del Vinagre, donde se encuentra el museo y centro de
visitantes de la zona, en pleno corazón de la sierra de Cazorla. La carreterila
que sale justo enfrente es la que nos lleva directamente al parking de la
piscifactoría. Aparcamos nuestro coche, cogemos nuestras mochilas e iniciamos
la marcha.
Cerrada de Elías |
Una vez acabadas las pasarelas, se retoma la pista
forestal y continúa unos 3.5 kilómetros en un continuo (aunque ligero) ascenso.
Así llegamos a la central eléctrica del Salto de los Órganos que queda encajada
en la base de la montaña aprovechando la caída del agua del río para generar
energía. Un lugar muy pintoresco y buen punto para parar y hacer un pequeño
descanso. Hay una fuente para beber y unas higueras enormes que te invitan a
sentarte bajo su sombra. A esta altura de la excursión, llevamos un par de
horas de paseo y unos 8.5 kilómetros.
Aquí comienza la recta final de la excursión, el
ascenso a la montaña. La subida es dura, hay bastante desnivel y ya empiezas a
notar el cansancio en las piernas. Pero, a pesar de esto, el paisaje es
impresionante y merece muchísimo la pena. Por el camino encontramos cuevas,
preciosas cascadas y pozas, un paisaje idílico. Lo malo es que vas tan cansado
que no puedes disfrutarlo como a ti te gustaría. Después de varios kilómetros
de subida y casi en lo alto de la montaña, llegamos a unos túneles. A través de
ellos discurre un canal con agua y a la derecha queda un pequeño sendero con
barandilla por donde hay que cruzar. Hay puntos en los que no se ve
absolutamente nada, menos mal que íbamos superpreparados con nuestras linternas
y no nos faltó luz en ningún momento.
Una vez superados los túneles y a 1 kilómetro escaso
llegamos por fin a nuestro objetivo: la laguna de Aguas Negras. Cruzamos la
presa que contiene sus aguas y encontramos una roca en la que descansar y
llenar nuestros rugientes estómagos. Un merecido descanso tras 14 kilómetros y
3 horas y media de caminata.
Laguna de Aguas Negras |
Por fin, llegamos al coche. Son prácticamente las 6
de la tarde. Yo casi no puedo ya levantar los pies del suelo. Conducimos hasta
Arroyo Frío y nos echamos al cuerpo unas merecidas y fresquitas cervezas para
celebrar que nuestro día ha sido todo un éxito. Hemos logrado nuestro objetivo
y lo hemos disfrutado, la recuperación ya es otro cantar…
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